Brigada médica de Amércia Latina. Estudiantes de medicina formados en la ELAM, Cuba. Foto de Archivo
Brigada médica de Amércia Latina. Estudiantes de medicina formados en la ELAM, Cuba. Foto de Archivo
La Escuela Latinoamericana de Ciencias Médicas (ELAM) de Cuba cumplió diez años y cuenta con una matrícula de 10.000 estudiantes de decenas de países, que reciben la preparación académica sin costo alguno para sus familiares.
“Nuestra matrícula actual es cercana a los 10.000 jóvenes. Hemos tenido ya cinco promociones (que concluyeron el programa de seis años) con 7.248 egresados de 28 países”, comentó la vicerrectora académica, Midalys Castilla.
En la actualidad estudian muchachos de 55 países -pues se incorporaron de países africanos y hasta de pequeñas islas del pacífico- y el 75% de ellos son hijos de obreros y campesinos; además de estar representadas con becarios 104 comunidades originarias de América Latina.
Lo único que se les exige a los jóvenes (de entre 17 y 25 años) es que una vez recibidos regresen a sus localidades o barriadas humildes a ejercer allí y devolver lo aprendido.
Tal fue la situación creada a partir de los 34 graduados estadounidenses - actualmente hay 113- que obligó a la institución a obtener una acreditación de la Junta Médica de California.
En Cuba hay además 11.000 becarios del proyecto ALBA, el acuerdo de integración del Acuerdo Bolivariano de las Américas formado por Venezuela, Bolivia y Ecuador entre otros.
Inicialmente “hubo una gran resistencia en algunos países por parte de los Colegios Médicos”, dijo la vicerrectora académica, durante un recorrido por las instalaciones de la ELAM en las afueras de la capital.
Señaló que la preocupación de las asociaciones de galenos fue disminuyendo en la medida en que descubrieron que estos colegas regresaban a sus poblados a donde realmente no les interesaba ir a los otros especialistas.
Incluso gobiernos de la región que miraron con desconfianza -solapada o no- el proyecto luego modificaron su percepción, dijo Castilla.
En lugares como Honduras, México, Brasil y Argentina los propios jóvenes tienen que batallar para que sus títulos sean revalidados. Sin embargo, poco a poco las universidades, las asociaciones médicas y los gobiernos fueron cediendo. En cambio, en España el reconocimiento del diploma es automático.
“Estamos en un momento importante en cuanto a la validación del programa”, dijo Castilla.
Las clases iniciaron en febrero de 1999 con unos 1.900 jóvenes, especialmente de Centroamérica. En ese entonces el paso de dos ciclones golpeó duramente a las poblados pobres de los países de esa región.
El entonces presidente Fidel Castro aseguró que había llegado la hora de que se formaran profesionales “humanistas” comprometidos con sus comunidades, un verdadero “ejército de batas blancas”.
Actualmente los estudiantes y graduados trabajan para formar una asociación internacional que los agrupe.